domingo, 29 de abril de 2007

¿Hablamos de goles o hablamos de dolares?

“El espectáculo está tan deteriorado que se hace imposible entender lo que ocurre con el juego. Hoy, hablar de fútbol equivale a determinar, desde la perspectiva del márketing, cuantas camisetas puede vender Beckham o que debe hacer un jugador para ingresar al mercado. En Sudamérica, la preocupación está en como promocionar la venta de jugadores, lo que, además, no alcanza para sanear la economía de las instituciones, pero si , para pagar millonarias comisiones con las que se enriquecen algunos, se funden los clubes y se deteriora el espectáculo. Así están las cosas”. Este es el trise diagnostico que hace Cesar Luis Menotti del fútbol en el prólogo del libro de Ángel Cappa, ¿Y el fútbol, donde está?. Lastimosamente, y sé que hablo en nombre de los millones de amantes del juego, esta afirmación cada día toma más fuerza.

Es increíble lo que están haciendo con nuestro fútbol (nuestro, porque el fútbol es de todos. No es de los políticos, de los dirigentes, de los managers, de los agentes, de los jugadores, los periodistas o los hinchas. El juego es de todos). Ahora el juego es un mercado más. A los dueños de los clubes sólo les importa el dinero que deja el espectáculo. La belleza, la estética y la esencia del fútbol han pasado a un segundo plano. Los ceros en los cheques y la publicidad en los medios de comunicación le han robado espacio a los goles, a las paredes y a los taquitos.

Lastimosamente, cuando se habla de este tema, siempre se toca el mismo punto. Que importa si Bekham no corre un solo balón durante el partido; lo que importa, es que en la tienda del Real Madrid, sus camisetas se venden por millones. Esto es tan obvio, que, a pesar que el equipo merengue no gana un nada importante desde el 2003, año en que llegó Beckhan al Madrid, en octubre del 2006, él renovó su contrato con el equipo. Eso si, según el diario El Nuevo Herald, el jugador exigió que se aumentara de 50 a 80% su porción por los derechos de imagen.

En la actualidad el jugador de fútbol debe hacer parte del Jet Set nacional, sino, no sirve. Los futbolistas no sólo parecen modelos, son modelos. Los buenos jugadores no son los que tocan y se muestran o los que saben manejar los tiempos de un partido. No se es bueno, sino hay un contrato con Nike, Puma o Adidas. La televisión, las revistas y la radio son las encargadas de decidir que futbolista vale la pena.

El fútbol se ha convertido en un mercado más. Este mundo moderno, lleno de capitalismo e intereses económicos, ha hecho de nuestro juego un gran negocio que sólo se salvará volviendo a lo básico. Es necesario recordar a los grandes que jugaban por el placer de ver sonreír a los hinchas, pero principalmente porque amaban al deporte. Hay que reclamar el fútbol puro, el que no necesita de dólares o cámaras, ese que se alimenta de corazón, pasión y sentimiento.

Juan Sebastián Quintero E.

5 comentarios:

Unknown dijo...

Excelente visión del Fútbol mercancía que consumimos, disfrutamos y vivimos hoy en dia.

Quisiera comentar que la sociedad actual regida por la globalización, la información y las nuevas tecnologías ha visto como, debido al fútbol, se ha generado paulatinamente un mercado donde fútbolistas, identidades y convicciones son reducidas a símples artículos de consumo.
Alguna vez Jorge Valdano dijo:"Fútbol: Culturalmente despreciado, políticamente utilizado y socialmente reducido a una expresión de lo popular" frase a la cual le agregaría "para convertirlo en una mércancía de primera necesidad".

Felicitaciones por el texto y espero sigan publicando análisis que vayan más allá de los 90 minutos que durá un partido.

Federico Ortega

Unknown dijo...

El fútbol es hoy en día una industria que mueve miles de millones en todo el mundo. Por desgracia, la forma caprichosa en que el dinero ha circulado por el juego, reminiscencia de un capitalismo mal entendido y voraz, está produciendo consecuencias realmente perniciosas. Ha llegado el momento de actuar y poner freno a los excesos, para proteger los cimientos de nuestro deporte.

Actualmente, la FIFA posee un balance anual sólido y estable, y reinvierte directamente en el mundo del fútbol aproximadamente el 75 por ciento de los ingresos que genera. Sin embargo, no se puede decir lo mismo de nuestras 207 asociaciones miembro, por no hablar de muchos de los clubes.

Por otra parte, unos cuantos clubes afortunados son ahora más ricos que nunca. Lo preocupante de esta situación es el hecho de que, con demasiada frecuencia, la fuente de esta riqueza se encuentra en algunos individuos con poco o ningún interés previo por el juego, que han llegado al fútbol para convertirlo en un medio al servicio de algún tipo de propósito oculto.

Han salido de la nada, se han colado en este deporte y se han dedicado a dilapidar en él cantidades exorbitantes de dinero. Lo que no entienden es que el fútbol tiene mucho más que ver con las bases que con los ídolos; más con el entretenimiento y las esperanzas de la mayoría que con la falsa fama de los pocos de siempre; más con el respeto por los demás que con saciar la codicia personal, ya sea por adulación o por dinero.

Si no se hace nada por evitarlo, este dinero nuevo podría asfixiar un deporte que cuenta con más de 1.3 miles de millones de seguidores activos en todo el mundo. El carácter imprevisible que tiene su propia condición vital hace que el fútbol siempre constituya una inversión de alto riesgo. Como muchos otros sectores empresariales, sus activos no son bienes materiales, sino personas. Y las personas, como bien sabemos, están llenas de sorpresas. Por ejemplo, tienen huesos y esos huesos se rompen.

El fútbol profesional está siendo acribillado por prácticas que, en el mejor de los casos, ponen en evidencia la cara más fea del fútbol de clubes y, en el peor, amenazan su existencia misma.

En primer lugar, ha surgido un nuevo tipo de esclavitud al que todos deberíamos oponernos. Éste se produce cuando los especuladores compran los "registros", o derechos comerciales, de jugadores jóvenes, a menudo brasileños, que generan beneficios cada vez que se vende a esos jugadores. Para la FIFA, tales transacciones se encuentran muy lejos del nivel mínimo de decencia. Simplemente, ya no podemos aceptarlas más. Y no lo haremos.

Igual de inaceptables son esas negociaciones salariales que ofrecen el triste espectáculo de jugadores dueños de una educación más bien básica, a menudo muy mal hablados, que están cobrando 100,000 libras a la semana y se dedican a chantajear a sus clubes hasta que consiguen, digamos, 120,000 libras. Habitualmente, dichos jugadores emprenden ese tipo de acciones instigados por representantes inmorales, cuyos ingresos se basan precisamente en los porcentajes que obtienen de los acuerdos que firman sus clientes.

Es, sencillamente, una locura que un jugador "gane" entre 6 y 8 millones de libras esterlinas al año, cuando el presupuesto anual de clubes que incluso compiten en la Liga de Campeones de la UEFA puede que llegue tan sólo a la mitad de esa cifra. ¿Qué lógica, qué derecho o qué necesidad económica empuja a un hombre de veintitantos años a exigir un sueldo mensual que su propio padre (y la mayoría de los aficionados) no gana ni en una década?

¿Dónde, en otras palabras, están los límites? ¿Deberíamos empezar a ponerlos?

Y ahora que hablamos de este tema, ¿por qué no invierten los clubes más tiempo y esfuerzo en la vida extradeportiva de los jugadores más jóvenes, que deben ser capaces de aguantar que los lleven de un lado a otro, de un país a otro, casi sin aviso previo? Algunos clubes, afortunadamente, se preocupan por la educación de sus jóvenes. Por el contrario, otros clubes, y cada día son más, consideran que esa educación es irrelevante. A ellos lo único que les importa es el rendimiento del futbolista en el terreno de juego.

En resumen, hemos asistido al nacimiento de un nuevo tipo de comercio. Lo han creado representantes deshonestos y avariciosos dueños de clubes, cuya única esperanza de incrementar al máximo sus propios ingresos, y no los del club, es la compraventa de los talentos más prometedores del planeta. La calidad excepcional es un bien escaso; el dinero, cada vez menos. Fortunas inagotables han proporcionado a un puñado de dueños de clubes los medios para controlar el fútbol de clubes en todo el mundo, ya que sólo necesitan despilfarrar cantidades de dinero inimaginables en un grupito de jugadores de elite. Como nunca antes en la historia, la gran mayoría lucha con lanzas mientras que unos cuantos avariciosos poseen un poderío financiero del tamaño de bombas nucleares.

No es de extrañar que haya asientos vacíos en los estadios y, a la vez, se produzca una auténtica saturación de coberturas televisivas en directo de los partidos. ¿Qué interés puede tener una liga cuyo campeón es más que predecible después de las primeras cinco jornadas? ¿Cómo puede ser bueno para el fútbol que a los aficionados se les robe la ilusión con los precios exagerados que tienen las entradas para ver a "su" equipo? ¿Sigue siendo de verdad "su" equipo, por ejemplo, ese club de Inglaterra cuya plantilla está formada por 19 nacionalidades diferentes?

Actualmente, nos enfrentamos a una sociedad futbolística de potentados y desposeídos. Éste no puede ser el futuro de nuestro deporte. La FIFA no puede quedarse de brazos cruzados mientras contempla cómo la avaricia gobierna el mundo del fútbol. Y no lo hará. Un nuevo grupo de trabajo de la FIFA se encargará de este tipo de excesos que he señalado. Estoy totalmente seguro de que esta nueva iniciativa obtendrá resultados rápidos y contundentes.

El autor de este artículo para Financial Times es Joseph Blatter, el Presidente de la FIFA, el organismo rector del fútbol mundial.

Anónimo dijo...

¿Hablamos de fútbol o hablamos de dólares? ¡Definitivamente hablamos de dólares! Sin ir más lejos, la transferencia más cara de la historia del fútbol hasta hace un par de meses era la de Zidane hace unos años cuando pasó al Real Mardid procedente de Juventus. Fueron 66 millones de dólares. Años después, ¿quién superó esta cifra? ¿Acaso fue Kaká? No ¿Tal vez Totti? Tampoco ¿Cristiano Ronaldo tal vez? Menos. Fue David Beckham, un jugador del montón por el cual Los Angeles Galaxy de la pintoresca Major League soccer pagó 230 millones de dólares... Próximamente lo veremos enredado con Lindsay Lohan y protagonizando comerciales de Burger King con Ben Affleck... Vamos en picada señores

Anónimo dijo...

En la actualidad todo se mueve al rededor de el dinero, la política y el poder. Nuestro fútbol cada día se convierte mas en un mercado, algo así como una bolsa de valores, donde equipos como el Chelsea (Inglaterra) se da el lujo de pagar millones de euros para comprar jugadores para sentarlos en la banca de suplentes, o como el Real Madrid (España) llamado el equipo de "los galácticos" que desde la temporada 2001 - 2002 no se han ganado ninguna copa importante, y sus ex jugadores descartados por no ser "galácticos" como sus demás ex compañeros triunfan en sus actuales equipos como lo es es caso de Baptista (Arsenal de Inglaterra).

Esto debe cambiar, y hay que empezar desde la cabeza de todo, desde la presidencia de la FIFA; en este cargo tan importante para el mundo debe estar un entendido del fútbol, no un personaje que no sabe nada del deporte y se dedica a modificar las reglas y experimentar con nuestro fútbol haciendo propuestas como quitar todos los campos de césped y cambiarlos por césped artificial. Si esto se hace, ¿que pasa con los "peladeros" y canchas de barrio?

Pedro Pelaez

Anónimo dijo...

Hablar de Fútbol o de dolares, es lo de menos. Publicidad, capitalismo, compradores compulsivos y demás nos llevan a entender que todo esta en la dinamica comercial que imponen las tendencias, modas y toda la rutina y mecanica de la oferta y la demanda, no obligaria a los clubes y sus luminarias a firmar absurdos contratos publicitarios, o vincularse a determinada firma de ropa e implementos deportivos, inundados por una cultura norteamericana de fasta money, en la que un pinche perro caliente sin papitas o doble salsa como los que comemos en harveys o los mas refinados en el corral, cuesta 5 o 7 dolares, cuanto pueden pagar por una transferencia de un jugador n decadencia como lo es Angel a su liga? no es por calidad o trayectoria, ni muchos menos por competitividad de una liga en nacimiento lo hacen por el dinero dólares y euros inundan sus gos y sus billeteras que mas quieren?